Los
turistas que año tras año viajan a Bariloche para esquiar en el cerro
Catedral, o para pasear en el verano por el lago Nahuel Huapi, tienen
otra atracción: el “Tour Nazi”, por las casas y lugares donde se
refugiaron temidos jefes del Tercer Reich, como el médico Josef Mengele,
Erick Priebke y Adolf Eichman.
El periodista Abel Basti escribió una Guía Turística Nazi, que
vendió más de 50.000 ejemplares, en donde detalla los lugares que
frecuentaban los criminales nazis en Bariloche, con su geografía tan
parecida a la de Baviera o Austria, de picos nevados, lagos y bosques.
Los nazis eran respetados vecinos que cortaban las rosas en sus
jardines y se dedicaban al alpinismo, pero la tranquilidad patagónica se
terminó en 1995, cuando un periodista descubrió en las calles de
Bariloche a Erich Priebke, el oficial de las SS responsable de la muerte
de 335 personas en las fosas Ardeatinas, cerca de Roma, en 1944.
Priebke vivió 40 años oculto, como profesor de la escuela alemana de
la ciudad y miembro del club de alpinismo local. Fue extraditado a
Italia, donde fue condenado a cadena perpetua en 1998 y donde murió a
los cien años en prisión domiciliaria.
Joseph Mengele, el médico de la muerte, que hacía experimentos con
los prisioneros en Auschwits, dio el examen para sacar su licencia de
conducir en el centro de Bariloche, pero no lo pasó la primera vez, por
desconocer los nombres de las calles. Mengele huyó diez años después, y
murió ahogado en una playa de Brasil en 1979.
Adolf Eichmann también estuvo en Bariloche, pero se trasladó a las
afueras de Buenos Aires, donde trabajaba como obrero de Mercedes Benz,
hasta que fue descubierto por el Mossad en 1960, que lo secuestró y lo
trasladó a Israel, donde fue juzgado y condenado a muerte.
Josef Schwammberger, comandante de un campo de concentración en
Polonia, escapó a Bariloche en 1948 y vivió con su familia por un
tiempo, pero fue extraditado a Alemania en 1987 y condenado a cadena
perpetua.
Frederich Lantschner, gobernador nazi del Tirol austriaco, llegó en
1948 y fundó una compañía de construcción con su nombre real, que tenía
como emblema las letras SS.
Reinhard Kopps, que actuó en los Balcanes y Hungría, y organizó la
línea de escape desde Roma hacia América del Sur, llegó a la Argentina
en 1948, radicándose en Bariloche, donde era propietario del hotel
Campana, sobre la avenida Belgrano, en el centro de la ciudad, que
todavía funciona.
No lejos de allí se encuentra la casa de Mariano Barilari, un psiquiatra alemán que ayudó a esconder a Mengele y Eichman.
Hans Rudel, el piloto de Hitler, era socio del Club Andino local.
También está el club que frecuentaba Priebke, el colegio Primo Capraro
donde daba clases, la Asociación Cultural Germano-Argentina de la que
fue fundador, y un supuesto “bunker nazi”, una casa en las afueras de la
ciudad, donde algunos especulan que habrían vivido Adolf Hitler y Eva
Braun.
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