El sector naval de Amazonas comienza a sentir los impactos generados por la crisis económica y política de Brasil.
En Manaos, al menos 80 trabajadores del sector iniciaron la semana con
un régimen de licencias colectivas por tiempo indeterminado, en razón de
la reducción en la demanda de contratos registrada en los últimos
meses. Según el Sindicato de Industria de la Construcción Naval,
Náutica, Offshore y de Reparaciones de Amazonas (Sindnaval-AM), uno de los mayores problemas está relacionado con la restricción al credito a los astilleros, factor que inhibe nuevas inversiones en el Estado y que además genera obras clandestinas.
De
acuerdo con el presidente de Sindnaval, Matheus Araújo, cerca de 80
empleados de Juruá Estaleiros e Navegação están de licencia por falta de
cierre de nuevos contratos. Araújo comentó que los trabajadores podrán
retornar a la actividad luego de que la empresa reciba demanda de
trabajo. “La empresa informó que los trabajadores serán convocados para
retornar a las actividades tan pronto se concreten nuevos contratos.
Sufrimos con la falta de recursos que provienen de la financiación”,
dijo.
Según
el dirigente, el área naval –al igual que los demás segmentos del país-,
pasa por un momento difícil con la reducción significativa de recursos
que permitan el desarrollo de nuevos proyectos y aun la continuidad de
las obras que están en marcha. Afirma que tanto los astilleros de gran
porte como los más pequeños, sufren con los impactos económicos
resultantes de los cambios económicos impuestos por el gobierno federal
en los últimos meses.
Araújo
explica que las nuevas medidas económicas dificultan el acceso al
crédito de los astilleros junto al Banco Nacional de Desarrollo
Económico y Social (BNDES), empresa financiadora de los proyectos. Al
aprobarse un proyecto de obra, el banco divide el presupuesto en tres
etapas. La primera, del 20%, se libera al fabricante para la compra de
los materiales para el inicio de las obras. El 80% restante se libera en
fases mediante fiscalizaciones, que se realizan conforme a la marcha de
las obras y a solicitud del astillero.
“El 20% que recibimos resulta
insuficiente para la adquisición de los materiales. Además, la
liberación de los demás porcentajes se produce unos tres meses después
de la realización de las fiscalizaciones y eso nos perjudica, pues
quedamos sin recursos para continuar con el trabajo”, reclama.
Otra
dificultad narrada por el presidente de Sindnaval, es que los clientes
que necesitan construir una embarcación, en su intento por implementar
su proyecto por un valor más bajo, lo lleva a un área más escondida –en
municipios como Novo Airão, Tefé o Coari-, y contratan mano de obra
barata para desarrollar el proyecto. “Esos cambios económicos inhiben al
empresario de hacer nuevas inversiones.
Sufren
las empresas grandes y las pequeñas porque el cliente va la interior en
busca de menores gastos. Quienes residen en los municipios cobran mucho
menos que de los astilleros que trabajan en la formalidad. Es una crisis
generalizada”, se lamenta.
Sin demanda
El
astillero SDC Reparos Navais, localizado en Compensa, es otra de las
empresas afectadas por la crisis económica. Su propietario, Sandro Dias,
cuenta que la empresa sufre el impacto de la recesión económica desde
2011. Por aquella época, el astillero contaba con una planta funcional
de 85 colaboradores. Hoy, esa cifra se ha reducido a 15 empleados
directos y siete indirectos.
En
cuanto al volumen de trabajo, hace cuatro años el astillero contaba con
una media anual de siete obras, de las cuales dos eran construcciones y
las demás reparaciones. “Tuvimos una reducción del 50% en la demanda de
contratos, pero continuamos en la lucha. Durante los 11 años de
actividades conseguimos expandir el área de actuación del astillero,
pero sufrimos una reducción de obras”, concluyó.
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